Quiso la casualidad que a principios de 2012 el pueblo
rarámuri, expuesto a calamidades y sequía, fuera convertido por los medios
masivos y el Estado con vagas ganas de ser “de bienestar”, en quinta escencia
del miserable, el marginado, el pordiosero al que dedicaremos el próximo Teletón
y todas las limosnas deducibles de impuestos. (¡Habitan en cuevas!) Y al mismo
tiempo, no lejos, apenas “a un salto” de la frontera, ese mismo pueblo
protagonizaba un trepidante best seller llamado Born to Run (Nacidos para
correr), del periodista de temas masculinos (deportivos, de guerra, de viajes)
Cristopher McDougall. ¿Subtítulo?: Una tribu escondida de superatletas y la más
grande carrera que el mundo ha visto (Vintage Books, 2009, edición masiva en
2011). Mientras el gobierno mexicano y las corporaciones promovían la lástima
por ellos, el cronista de Men’s Health y Runner’s World los saludaba como “tal
vez el pueblo más saludable y sereno sobre la Tierra, y con los más grandes
corredores del mundo”.
McDougall no ahorraba tinta para enaltecer a estos superhombres que ríete de Nietzche, sin olvidar que también son indios, o sea
salvajes. “Como si no les bastara constituir el pueblo más feliz y acogedor del
planeta, los ‘tarahumara’ eran también los más duros: la única cosa que parecía
rivalizar con su serenidad sobrehumana era su sobrehumana tolerancia al dolor y
a la lechuguilla, un horrible tequila casero destilado con cadáver de víbora y
baba de cacto” (sic). Enseguida cita a una revista ilustre de cardiología:
“Probablemente desde el tiempo de los espartanos, ningún pueblo ha alcanzado
tal nivel de condición física”. Aunque “el manjar predilecto” de estos titanes
sea “la barbacoa de ratón”, resultan “bodistavas que no usan sus superfuerza
para patear traseros sino para vivir en paz”. La aventura del autor se extiende
casi 300 páginas en búsqueda del “máximo corredor”, un tal Caballo Blanco, en
la Barranca del Cobre o por ahí.
¿Se trata de los mismos indígenas a los que les vienen
arrebatando su suelo, su aire, sus barrancas, desde hace años, con saña o con
maña, y que no dejan de buscar maneras de resistir y defenderse? ¿O son los
desnutridos e inanes inditos de los noticieros y los discursos de
conmiseración?