miércoles, 15 de mayo de 2013

Se extiende al infinito




Un hombre camina por el campo. En un claro se detiene y se sienta sobre la tierra. Siembra una semilla. Está esperando a su esposa que trae el bastimento. En la quietud de la mañana comienza a ver todas las mañanas y todos los sueños de la noche. Ve numerosos rostros y escucha cantos. Permanece tranquilo y atento. Cuando el Sol se abre paso entre las copas de los árboles y baña su cabeza, se da cuenta de que ha crecido hacia el cielo, ha echado raíces fuertes y que sus ramas se extienden hasta tocar el infinito. Hay algo que recorre su cuerpo, como serpientes que danzan de arriba a abajo.
Cuando llega su esposa, el hombre sonríe y recibe la canasta llena de alimentos y flores. La ceiba en la que está recargado se extiende al infinito.
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Foto: cortesía de Jillian Mitchel 

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