Fuente: Revista Siempre enero 2011por Patricia Gutiérrez-Otero y Javier Sicilia
Eugeni, como investigador del Centro INAH-Nayarit, ha vivido muchos años con el pueblo huichol y participado en sus ritos. Cinco veces ha realizado junto con ellos el viaje iniciático desde Nayarit hasta el desierto de San Luis Potosí.
—En tu último viaje había que matar a un toro: no te arredraste. ¿Qué opinas del sentido de vida de este grupo indígena, uno de los que más ha defendido su ser autóctono? —De alguna manera el estilo de vida y las concepciones cosmológicas de los wixaritari representan lo esencial del pensamiento mesoamericano que se conserva perpetuamente a través de sus rituales y ceremonias. En ese conjunto se aprecia un sentido de la vida distinto del que tiene la sociedad occidental u otras culturas; en mi opinión, más que contraponerse entre ellas, estas maneras de ver el mundo permiten alternativas necesarias y complementarias para experimentar la existencia en sus posibles facetas.
—En nuestras preguntas partimos de una hipótesis: las comunidades indígenas o comunidades rurales que se disgregan y llegan a la urbe volviéndose subproletarios, pierden las huellas que les eran transmitidas: valores, costumbres, modos de vida… y se extravían. —Eso es cierto en parte, pero no en su totalidad ya que en ocasiones, estos valores y costumbres son recuperados y reinterpretados con la finalidad de dotar de sentido e identidad a esos colectivos en situaciones distintas y frente a grupos culturales diferentes. Por ejemplo, en la ciudad de Tepic existe el barrio de la Zitakua en donde se celebran la mayoría de las festividades del calendario ritual huichol en los patios en donde se encuentra un calihuey y un tuki, estructuras ceremoniales por excelencia, de esta manera los wixarikas marcan sus distancias y particularidades frente a los mestizos con quienes, por otra parte, comparten las actividades propias de una gran urbe.
—Parte de las tradiciones de los huicholes es realizar el peregrinaje anual al desierto de San Luis Potosí, en las laderas de Real del Catorce, un lugar sagrado que llaman Wirikuta, donde pueden recoger la planta del peyote e ingerirla no como droga lúdica sino como parte substancial de su sistema simbólico. Parte de ese lugar ha sido concesionado a compañías canadienses para la extracción de plata… ¿Qué impacto social, religioso, simbólico tendrá para los huicholes? —Pues según la información de que se dispone, la empresa canadiense First Majestic Silver Corporation (dueña de tres minas, la Encantada, la Parrilla y San Martín, de las que está previsto obtener seis millones de onzas de plata en 2010) está tramitando el permiso para la explotación del mineral de plata en la zona de Real de Catorce. En su página http://www.firstmajestic.com/i/misc/Real-de-Catorce-sp2.html, menciona que el “Proyecto Real de Catorce” cubre 22 minas y una extensión de más de seis mil hectáreas. Su estudio no menciona a los huicholes ni la importancia cultural que este lugar tiene para ellos: por ejemplo, en El Quemado, el cerro Leunar, al frente de Real del Catorce, nació el Padre Sol y hay que llevarle ofrendas constantemente. Y aunque digan que es un proyecto sustentable, que creará fuentes de empleo “para que la gente no tenga que ir a otro lado” (trabajar para una multinacional ya es de alguna manera trabajar en otro país) y se manejará con las autorizaciones correspondientes, todos sabemos lo que implica una explotación de esta naturaleza y lo corrupto de las instituciones que controlan la minería (Pasta de Conchos no se olvida…) por lo que ha de esperarse una afectación importante para la cultura huichol y el frágil ecosistema del desierto en donde se da el híkuri o peyote necesario, como el agua de ciertos manantiales, para la reproducción social y simbólica de la vida wixarika.
—¿Crees que los huicholes lo defenderán con valentía y arrojo o se agacharán? ¿Qué esperas que los que no somos huicholes debemos defender Wirikuta?
—El problema no es solo para los huicholes (que de ninguna manera han sido ni consultados ni informados, tal y como está previsto en la clausula 169 de la OIT) sino para el conjunto de la sociedad y por eso están surgiendo redes de apoyo, reuniones y llamados a crear un gran movimiento para la defensa de la zona en beneficio del bien común, ya que la afectación ecológica es para todos.
—¿Los lectores que quieran y crean en esta defensa, qué pueden hacer?
—Hay muchos involucrados en proporcionar información y en realizar eventos de concientización que es la primera y mejor forma para iniciar una lucha y conseguir echar atrás un proyecto sin duda perjudicial, fruto —como tantos otros en este México de hoy día desgarrado y sangrante—, de la avaricia y la prepotencia de unos cuantos que siguen explotando para sus intereses las entrañas de la tierra mexicana, como en su día lo hicieron los españoles.
He aquí algunas direcciones interesantes para que corra la voz y se expresen opiniones y apoyos a quienes estén convencidos:
http://theesperanzaproject.org/2010/12/saving-a-sacred-tradition-in-wirikuta/
ajagi1@prodigy.net.mx
http://www.thepetitionsite.com/2/proclamation-in-defense-of-wirikuta
www.masacalli.com
Además, opinamos que se respeten los Acuerdos de San Andrés, se libere a los prisioneros políticos, se limite a las transnacionales en México, se investigue el crimen contra niños y mujeres en el país, se detenga la guerra de baja intensidad en las zonas indígenas, se frenen las campañas televisivas del miedo y que nos activemos como sociedad civil.
Fuente: Revista Siempre enero 2011
por Patricia Gutiérrez-Otero y Javier Sicilia
Eugeni, como investigador del Centro INAH-Nayarit, ha vivido muchos años con el pueblo huichol y participado en sus ritos. Cinco veces ha realizado junto con ellos el viaje iniciático desde Nayarit hasta el desierto de San Luis Potosí.
—En tu último viaje había que matar a un toro: no te arredraste. ¿Qué opinas del sentido de vida de este grupo indígena, uno de los que más ha defendido su ser autóctono?
—De alguna manera el estilo de vida y las concepciones cosmológicas de los wixaritari representan lo esencial del pensamiento mesoamericano que se conserva perpetuamente a través de sus rituales y ceremonias. En ese conjunto se aprecia un sentido de la vida distinto del que tiene la sociedad occidental u otras culturas; en mi opinión, más que contraponerse entre ellas, estas maneras de ver el mundo permiten alternativas necesarias y complementarias para experimentar la existencia en sus posibles facetas.
—En nuestras preguntas partimos de una hipótesis: las comunidades indígenas o comunidades rurales que se disgregan y llegan a la urbe volviéndose subproletarios, pierden las huellas que les eran transmitidas: valores, costumbres, modos de vida… y se extravían.
—Eso es cierto en parte, pero no en su totalidad ya que en ocasiones, estos valores y costumbres son recuperados y reinterpretados con la finalidad de dotar de sentido e identidad a esos colectivos en situaciones distintas y frente a grupos culturales diferentes. Por ejemplo, en la ciudad de Tepic existe el barrio de la Zitakua en donde se celebran la mayoría de las festividades del calendario ritual huichol en los patios en donde se encuentra un calihuey y un tuki, estructuras ceremoniales por excelencia, de esta manera los wixarikas marcan sus distancias y particularidades frente a los mestizos con quienes, por otra parte, comparten las actividades propias de una gran urbe.
—Parte de las tradiciones de los huicholes es realizar el peregrinaje anual al desierto de San Luis Potosí, en las laderas de Real del Catorce, un lugar sagrado que llaman Wirikuta, donde pueden recoger la planta del peyote e ingerirla no como droga lúdica sino como parte substancial de su sistema simbólico. Parte de ese lugar ha sido concesionado a compañías canadienses para la extracción de plata… ¿Qué impacto social, religioso, simbólico tendrá para los huicholes?
—Pues según la información de que se dispone, la empresa canadiense First Majestic Silver Corporation (dueña de tres minas, la Encantada, la Parrilla y San Martín, de las que está previsto obtener seis millones de onzas de plata en 2010) está tramitando el permiso para la explotación del mineral de plata en la zona de Real de Catorce. En su página http://www.firstmajestic.com/i/misc/Real-de-Catorce-sp2.html, menciona que el “Proyecto Real de Catorce” cubre 22 minas y una extensión de más de seis mil hectáreas. Su estudio no menciona a los huicholes ni la importancia cultural que este lugar tiene para ellos: por ejemplo, en El Quemado, el cerro Leunar, al frente de Real del Catorce, nació el Padre Sol y hay que llevarle ofrendas constantemente. Y aunque digan que es un proyecto sustentable, que creará fuentes de empleo “para que la gente no tenga que ir a otro lado” (trabajar para una multinacional ya es de alguna manera trabajar en otro país) y se manejará con las autorizaciones correspondientes, todos sabemos lo que implica una explotación de esta naturaleza y lo corrupto de las instituciones que controlan la minería (Pasta de Conchos no se olvida…) por lo que ha de esperarse una afectación importante para la cultura huichol y el frágil ecosistema del desierto en donde se da el híkuri o peyote necesario, como el agua de ciertos manantiales, para la reproducción social y simbólica de la vida wixarika.
Excelente labor la defensa de la nación Wixarika. Cunten con mi apoyo en la medida de mis posibilidades. Estas tradiciones son valiosísimas, y hay que defenderlas. También me parece una aberración dar concesiones de nuestros recursos a extranjeros cuando con tantos trabajos se han defendido históricamente.
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