FOTO: Luz María Nieto Caraveo |
por Johannes Neurath
A Ximena y Aldonza
Los jicareros (xukuri’+akete). Año tras año los
centros ceremoniales huicholes envían grupos de jicareros (xukuri’+akete) a
Wirikuta, el semidesierto en el norte de San Luis Potosí.
Pero, ¿qué son los jicareros y por qué se les llama
“portadores de jícaras” o “personas jícara”? Se trata de personas que ocupan
cargos religiosos. Cada uno lleva una pequeña jícara que es un ancestro,
susceptible de transformarse en una deidad wixarika, y que al mismo tiempo
convierte a quien la lleva en ese ancestro. Por eso, mientras uno tiene el
cargo, recibe el mismo nombre que la deidad de su jícara: Tatewari (Nuestro
Abuelo), Tayau (Nuestro Padre). En el centro ceremonial, los jicareros usan los
diferentes templos como sus casas: el jicarero Tayau vive en el adoratorio de
Tayau; el jicarero Tamatsi vive en el templo de Tamatsi y así sucesivamente.
Las deidades huicholas son muchas. Un grupo de jicareros se compone de hasta 30
personas.
Juntos, los jicareros reviven los actos de la comunidad
original, la de los ancestros que fundaron el mundo en una primera
peregrinación rumbo a Wirikuta, el Desierto del Amanecer. Antes de realizar
dicho viaje, los jicareros todavíano son dioses. Para convertirse en deidades,
deben “nacer”; es decir, salir de la jícara, que simboliza el vientre materno.
Y esto se consigue realizando el viaje a Wirikuta. Si todo va bien, los
jicareros “nacen” como ancestros después de este proceso. Y entonces
efectivamente se convierten en los dioses.
Una de sus tareas en esta peregrinación es recoger
peyote (hikuri). Por eso se les conoce también como “peyoteros” (hikuritamete). Pero
solamente es correcto usar este término cuando ya están en el camino de
regreso, cuando ya se han transformado en peyote. Y es que esta cultura sigue
una lógica animista; es decir, entre ellos la transformación en animal o planta
es posible y relativamente fácil. De acuerdo con lo que se conoce como
ontología multinaturalista, todos los seres vivos son humanos y pueden cambiar
de apariencia, de piel, pero no de alma. De modo que en las prácticas wixaritari,
uno no come peyote, uno se transforma en hikuri.