De Calpulálpam a Wirikuta
Magdalena Gómez
La Jornada
24 de abril del 2012
El memorial de agravios a los pueblos indígenas tiene en las
explotaciones mineras el principal de los factores. Hay otros, como la
emergencia de los cucapás, a quienes arbitrariamente incautaron toneladas de
corvina y la Sagarpa y Conapesca no acatan la orden de un juez para otorgar
avisos de arribo y guías de traslado, indispensables para evitar que se pierdan
y con ello afecten la sobrevivencia de este pueblo indígena. Por otra parte, la
defensa del bosque en Cherán también cobra visos alarmantes, pues no se ha
logrado que de fondo el Estado detenga a los talamontes, y sus nexos y/o
conflictos con el crimen organizado se revierten contra los comuneros que de
manera ejemplar han transitado a la organización autonómica, y de nueva cuenta
son víctimas de emboscadas con saldos de crímenes que deben esclarecerse.
Tomemos dos casos más: desde 2010, cientos de toneladas de
residuos y materiales contaminantes derivados de las actividades de la Compañía
Minera de la Natividad y Anexas se derrumbaron en las inmediaciones de dicha
empresa, ubicada en tierras comunales de Calpulálpam de Méndez. Al colapsarse,
se vertieron al río Calpulálpam, generando una contaminación devastadora al río
y a la vida humana y silvestre de esa zona. La empresa abandonó ese material y
con las lluvias y el viento los restos continuaron el camino hacia el río
referido. Estudios químicos independientes promovidos por la comunidad de
Calpulálpam a partir de muestras de agua tomadas en abril de 2011 arrojaron 177
partes por millón (PPM) de arsénico y 117 PPM de plomo, niveles que son
extremadamente altos y de gran riesgo para la vida humana y animal, según las
normas y estándares internacionales. La contaminación del río no es la única
amenaza. La compañía referida ha afectado de manera irreversible 13 acuíferos y
manantiales debido a las filtraciones de estas fuentes de agua hacia los
túneles de la mina. Además han sido afectadas varias hectáreas de áreas
boscosas y de biodiversidad y de terrenos comunales al utilizarlas como
depósitos de desechos tóxicos. En todo ello la minera ha contado con el aval de
instituciones federales, como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(Profepa) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
A la primera, la comunidad solicitó que exija a Minera
Natividad el resarcimiento del grave daño al ambiente y que se consolide la
clausura definitiva de la misma, pues hoy sólo es temporal. También exige la
cancelación de las concesiones mineras a la Secretaría de Economía y la
indemnización a la comunidad por daños a su territorio comunal. Este es un
retrato constante de la afectación de los proyectos mineros. En el caso de
Wirikuta se advierte cómo las concesiones mineras en Real de Catorce devastarán
la naturaleza y con ello el corazón de la cultura del pueblo wirrárika, los
lugares sagrados reconocidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
como base para la supervivencia de estos pueblos.
Conscientes de la profunda ignorancia y prejuicio de la
sociedad no indígena, el Frente en Defensa de Wirikuta trabaja en todos los
planos: el de difusión, el jurídico, en el cual ganaron un amparo que ordenó
suspender la explotación minera hasta que se resuelva el fondo del asunto, y
también han llegado al Congreso de la Unión y a la ONU. Hace cinco días
realizaron un foro en el Senado y –salvo Pablo Gómez, quien tras inaugurar y
escuchar la primera intervención se fue– los legisladores no escucharon los
sólidos argumentos de las autoridades tradicionales y agrarias. Fue muy
impactante la presentación que hicieron, por primera vez en español y en un
espacio público, del mensaje de sus deidades como resultado de un inédito
ritual conjunto de todas las comunidades wirrárikas, que resultó de la consulta
llevada a cabo en el peritaje tradicional, enunciado por el mara’akame Eusebio
de la Cruz González el pasado 7 de febrero por la mañana en el Cerro Quemado.
Señalaron que “nos advierten que tengamos mucho cuidado de no hacer algo
indebido contra los lugares sagrados, los cuales son el núcleo de nuestra Madre
Tierra y en ellos se encuentran las deidades preparándose para un renacer, el
cual será el florecer de un nuevo mundo celestial. Las deidades nos dan
mensajes e indicaciones atmosféricas para que nosotros los humanos detectemos
la inquietud de nuestro planeta y estemos apercibidos… En el canto las deidades
nos piden que todos estemos unidos, que hagamos planes de cómo actuar… Nos
piden que tengamos definidas nuestras acciones antes de que entre el año
nuevo”.
Los wirrárikas abren sus secretos ancestrales para mostrar el significado de su identidad asentada en los lugares sagrados y el peligro de su afectación, tanto para su pueblo como para la humanidad. Difícil esperar sensibilidad de la clase política, comprometida con el imperio de las leyes del mercado por encima de los derechos de los pueblos y más proclive a escuchar al Papa que a los mara’akames.
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