domingo, 4 de septiembre de 2011

La flecha que canta



Se dice que cuando una persona camina con sabiduría por esta tierra, su alma, su esencia, se cristaliza, se hace roca. Permanece. Así desde las primeras peregrinaciones, aquellos que entienden del agua deciden quedarse a ser manantiales donde los peregrinos de todos los tiempos podemos abrevar, y otros, los que entienden de la estabilidad, se hacen montañas... y así.

Al morir una persona que ha sido sobresaliente en la familia o en la comunidad, su alma hace un viaje por lo que podemos llamar inframundo, y luego se transforma en cristal y se va a sentar en un círculo alrededor del sol junto con otros sabios, hacen ceremonia con nuestro padre el sol y lo acompañan en sus viajes, lo ayudan. 

Pasado un cierto tiempo los familiares le pueden pedir al cantador que vaya a buscarlo, para convencerlo de que regrese a acompañarnos y darnos su consejo.

Tal vez ustedes hayan visto que los bastones de rezo, adornados con plumas de águila o gavilán, los llevan los cantadores y curanderos junto con otros objetos en un canasto largo con tapa. Ese canasto es el mismo Kayaumari nuestro hermano mayor.

Bien, pues el cantador habla con el Kayaumari, y él viaja hasta el sol y con sus astas abre los rayos para tomar al antepasado cristalizado mientras el cantador le pide que venga a acompañar a su gente, que lo necesita.



Mientras tanto el cantador ya tiene preparada una flecha y un algodón... tal vez ustedes han visto esos árboles grandes y sagrados que hacen cada año en la ceremonia para pedir la lluvia, tienen frutos que al abrirse y dejan salir nubesitas de algodón con semillas. Pues con ese algodón sedoso que lleva la semilla de la lluvia, cuando nuestro hermano mayor trae al familiar en forma de pequeño cristal, lo envuelve y lo pone en la flecha, que se guarda en un takwatzi, es decir en el canasto de rezo. Se puede quedar en el altar de la casa.

Entonces ya es una flecha que canta.

Podemos seguir pidiendo su consejo.

Hay un cerro muy hermoso que está junto al Cerro del Quemado. Es un Cerro Grande, y en sus entrañas es donde los ancestros se vuelven piedras, minerales, cristales. Es un lugar sagrado que nos permite seguir escuchando su canto de sabiduría muy antigua, ese canto que siempre está vigente, sin importar cuántas vueltas al sol hemos dado sobre nuestra madre tierra Urianaka la que nos da el sustento.

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