domingo, 9 de septiembre de 2012

Cuando florece

Tabla de Los Cuatro Rumbos - Ramón Carrrillo

En los tiempos de mucho ruido, exceso de palabras, de sobrepoblación de héroes salvadores que no nos acaban de convencer, florece el venado. Pero es muy difícil ser testigo de ese florecimiento porque no genera señales escandalosas, sino que habla dentro de los mismos sucesos que se observan a diario, ya que todo instante en la vida es un prodigio. 

Hace tiempo dijo Don José Matsuwa:
"Cuando oigáis las canciones sagradas de mis labios, no soy yo quien las canta sino Kauyumari quien me las susurra al oído. Y yo os las transmito a vosotros. El es quien nos enseña y nos muestra el camino. Así es como es"
Y no se trata de falsas modestias.

Debajo de las gobernadoras y respirando al mismo ritmo que la tierra que lo cobija, ahí está el venado, transparente. Invisible hasta que considera que es hora de que algún afortunado lo vea, lo escuche. Se mire en él.

Un maestro, hablando del lugar sagrado y muy querido para todos nosotros nos compartió, hace menos de nueve días:
"Me he dado cuenta de que Wirikuta no es solamente de nosotros, es de todo el universo"

Y así nos regaló el silencio que habita dentro de la fiesta, de la música, de la ciudad. La compañía del venado en todo momento, del que no pide documentos ni analiza la pureza de la sangre.

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