sábado, 19 de marzo de 2011

¿Quién vive en el cerro del amanecer?



En una montaña vive un hombre venado. En el tiempo de los ancestros hay persona venado, persona hormiga, y así, todos los seres.

Este joven hombre venado vive con sus padres, y ellos le dicen que no se haga amigo de los lobos, lagartijas, escorpiones, ciempiés, lechuzas, jaguares, zopilotes. También le sugieren que no se complique la vida andando de enamorado. Su hermano mayor, o creo que es una hermana vive en el oriente, le dice que sus papás tienen razón, que les escuche.

Pero el  joven venado tiene deseos de conocer otras regiones, lo que habita en la tierra baja. Así que se quita su atuendo, su ropa la avienta por la barranca y desnudo baja de la montaña.  Escucha un canto y lo va siguiendo, su cola y sus orejas se levantan porque sienten el peligro de lo desconocido, pero su corazón que también tiene orejitas le dice no temas, adelante.  Encuentra la entrada a una cueva y silencioso entra llevado por el canto, ahí están todos los guardianes del fuego que es apenas una brasita que no alumbra mucho.

Ahí están reunidos alrededor de esta brasa y son todos aquellos nombrados por sus padres, por los mayores, y otros más. Cuidan el fuego celosamente. Los lobos le cantan con una voz llena de anhelo, porque quieren encender la luz de su corazón. El venado saluda, buenas noches compañeros, me permiten escuchar su canto, y estas personas animales se alertan, pero los lobos sorprendidos dicen si, si, acércate hermano que vienes de tierras lejanas, el corazón del fuego se ha movido al escucharte llegar.

Y así pasan un tiempo en ceremonia, el venado se muestra interesado en aprender a cantar. Los lobos le dan sus bastones hechizados, adornados con plumas de lechuza. El canto del venado es especial. Diferente. Mueve al mundo.

De pronto el venado se recuerda las palabras de su familia y los guardianes del fuego se dan cuenta del linaje del venado, se les ocurre que si lo comen, que si lo cazan pueden tener esa percepción pura. En un instante el venado está corriendo con todas sus fuerzas y todos los animales de la noche buscando sus flechas y arcos para darle caza. Se lamenta ¡ay porque recibí estos bastones de plumas de lechuza!  Ya me lo habían advertido.

Y corre y corre hasta que llega a la falda de una montaña en el oriente, en una tierra desconocida pero que se siente como su hogar, el canto de los lobos le sigue de cerca, sube la montaña, pasa las piedras sabias, el manantial, y se va preguntando ya casi sin aliento ¿quién vive en la cima de la montaña, que me pueda ayudar a salir de esto...? es entonces cuando escucha la voz de su hermana,  hermano preguntando ¿quién viene a este lugar pidiendo ayuda? El venado reconoce esta voz y le relata todo lo sucedido, como se ha metido en lo que le habían advertido que evitara.

Entonces este ser amorosamente le pregunta si está dispuesto a soltar las astas, que son esos bastones que ha lucido en su cabeza, y por eso ahora cada tanto el venado ofrenda su cornamenta, que es medicina pura, como sus pezuñas, huellas, ojos, corazón, piel, carne.
Cuando la entrega sucede los cazadores perciben algo especial en esta tierra a donde han seguido al venado, se dan cuenta que es luminosa, y como todo les habla, por un rato dejan de seguir la pista.

Al  venado le dan la encomienda de seguir cerca de estos guardianes cazadores y acompañarlos hasta que puedan cazarse a si mismos.



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