Wixárikas
de Teponahuaxtlan ratifican su rechazo a la minería
Mesa del
Tirador, Jal. 8 de septiembre. La asamblea general de la comunidad
wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán reiteró hoy el completo rechazo a la
minería en su territorio, que ocupa un área importante de la sierra huichola en
el norte de Jalisco. Estuvieron presentes los dos gobernadores tradicionales de
la circunscripción indígena, llamada Waut’ta en su lengua, correspondientes a
Tuxpan de Bolaños y San Sebastián (junto con éste, los principales poblados de
la comunidad tradicional).
–Debemos blindarnos contra la minería –expresó el
comisario de bienes comunales Octaviano Díaz Chemas ante la concurrencia de
cerca de 2 mil comuneros, muchos de ellos con sus familias. La explanada de
Mesa del Tirador, que se abre a una espectacular meseta de la serranía, estuvo
rebosante el fin de semana, con el peculiar humor alegre de los wixaritari y la
tranquilidad de quien está en su casa.
La presión de al menos tres empresas es creciente. Ya en un
caso, los canadienses ofrecieron 30 millones de pesos a la asamblea y 10
millones más al comisariado de bienes comunales por permitir la exploración del
territorio y el establecimiento de minas. Como se sabe, la capacidad de
cooptación económica y corrupción de las trasnacionales extractivas es enorme.
El mapa de México se está llenando de escenarios similares. Pero San Sebastián,
a pesar de dichas presiones respaldadas tácitamente por el gobierno estatal,
clamó hoy: No a la minería, como lo había hecho el pasado 3 de junio. Es
un tema candente para ellos.
San Sebastián Teponahuaxtlán forma, junto con todas las
comunidades wixaritari de Jalisco, Nayarit y Durango, un frente en defensa del
desierto de Wirikuta, en el altiplano potosino. San Sebastián demanda desde
hace tiempo al gobierno federal la creación de una reserva libre de minería en
todo Wirikuta y la ampliación del área cultural de desierto sagrado.
Un comunero de la localidad, Ubaldo Valdez Castañeda,
cuestionó: Cómo puede ser que estemos defendiendo de la minería al
desierto de Wirikuta, que está en San Luis Potosí y es nuestro centro sagrado,
y no estemos reaccionando con claridad contra la explotación minera aquí, en
nuestra casa.
En la inauguración de la asamblea, el joven comisario
Octaviano Díaz había expresado: La asamblea es de todos, no de las
autoridades. Tienen que participar todos los comuneros, porque es la
oportunidad para tratar cualquier asunto comunal y resolverlo juntos. La
legitimidad alcanzada por las comunidades wixaritari de la sierra huichola es
tal que, al menos en San Sebastián, hay una parte de la reunión de tres días en
que los indígenas reciben a las instituciones, que pueden ser municipales,
estatales o federales; no se negocia nada con ellos si no se han presentado
ante la asamblea.
El desafío minero puede ser similar en las comunidades
vecinas de San Andrés y Santa Catarina. Pero aquí, donde la resistencia es
parte de la vida cotidiana, en este poblado de tierras ancestrales recuperadas
por los wixaritari a partir de 1950, luego de medio siglo de despojo, son
evidentes la preocupación por las minas y el desinterés generalizado de estos
campesinos por encontrar fuentes de trabajo y oportunidades
comerciales, según prometen melifluamente el gobierno y los enviados de las
empresas con piel de oveja.
Como ha divulgado el Observatorio de Conflictos Mineros de
América Latina, para producir un anillo de oro de 10 gramos se utiliza un
kilogramo de cianuro, concentración suficiente para matar a 30 mil
personas. Este componente químico, clave para la extracción del codiciado
metal, ya amenaza abiertamente el desierto sagrado y, subrepticiamente, a su
vasta comunidad serrana.
Se han identificado marcas en diversos parajes
remotos de Cerro Prieto, Eslabón, Amulita y otros, evidenciando exploraciones y
actividades de estas empresas extractivas. A las supuestas vetas de manganeso
en Cerro Prieto se suma la versión de que técnicosal parecer japoneses buscan
uranio (Ojarasca 183 y 184, julio y agosto de 2012). No se descarta la
existencia de oro, que encarna la codicia más agresiva de recursos en el mundo.
Llegan, agarran piedra, la llevan, la analizan y luego ya
quieren venir a sacar todo. No hay que permitir eso, expresó otro comunero. Y
uno más: Aparecen en mi casa a pedir permiso para explorar. Les digo que
no puedo ser yo quien autorice, sino la asamblea. Van a todas las casas, a ver
quién cae.
Las tentaciones de la corrupción pueden ser grandes, pero
estos pueblos no nacieron ayer, y hace décadas que luchan contra toda clase de
acechanzas (recientemente el narcotráfico, presente en todas las localidades
mestizas circundantes). Mesa del Tirador se creó hacia 1950, cuando Pedro de
Haro y Trinidad Carrillo se establecieron aquí, cerca de la localidad mestiza
de Puente de Camotlán, y comenzaron a recuperar las tierras de las que habían
sido expulsados sus ancestros, durante la Revolución. Llamaron a las familias
wixaritari desplazadas, fundaron el poblado, con decreto presidencial en 1953,
y desde entonces han logrado la restitución de sus territorios de manos de los
invasores. Ahora son las minas, el despojo por adentro, en las entrañas de la
tierra que tanto han defendido.
Herman
Bellinghausen
Periódico La Jornada
Domingo 9 de septiembre de 2012, p. 33
http://www.jornada.unam.mx/2012/09/09/sociedad/033n1soc
Periódico La Jornada
Domingo 9 de septiembre de 2012, p. 33
http://www.jornada.unam.mx/2012/09/09/sociedad/033n1soc
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