Las concesiones
acordadas a empresas canadienses se derraman sobre un “sitio natural sagrado”
de la Unesco. Valles y montañas
se ofrecen al infinito desde el Cerro Quemado hasta el corazón de
una reserva natural de Wirikuta en el Estado de San Luis Potosí en el norte de
México. Con sus círculos concéntricos de piedras en su pequeño altar lleno de
ofrendas, la cima de esta colina es el santuario más importante de los
Indígenas Huicholes. Sin embargo dos compañías canadienses se alistan para
explotar cerca de ahí oro y plata, amenazando el lugar místico que tiene además
una biodiversidad excepcional. "El estado debe anular esas concesiones
mineras" milita Ricardo Muñoz Villa con su ancho sombrero adornado de
pompones y de plumas. Este jefe de una comunidad huichol del Estado de Jalisco
(noroeste) dice estar "preocupado por la inercia del gobierno", que
quedó sordo ante el llamado de centenas de indígenas y de ecologistas que
marcharon en el Distrito Federal a finales de octubre. Sin embargo sus reivindicaciones fueron escuchadas
por más de 150 escritores y artistas extranjeros entre los cuales el Premio
Nobel Jean Marie Le Clezio y Orhan Pamuk quienes escribieron el 1ero de
diciembre una petición al presidente Felipe Calderón para evitar la destrucción
de este santuario. Dos semanas más tarde una venta de obras de los pintores
mexicanos Francisco Toledo y Raul Anguiano fue organizada para financiar el
proyecto de ecosistema de Wirikuta."El presidente no cumplió con su palabra"
continua Ricardo Muños Villa. El 28 de abril 2008, Felipe Calderón y cinco
gobernadores habían firmado el pacto de Huauxa Manaka, asegurando a los
Huicholes la preservación de los lugares sagrados, de las rutas de peregrinaje
et de sus recursos naturales. México es signatario del acuerdo 169 de la
Organización Internacional del trabajo que provee que los pueblos indígenas
sean consultados para todo proyecto planeado sobre sus tierras ancestrales.Pero en 2009, el gobierno mexicano acordó 35
concesiones a Mineral Real Bonanza, consorcio mexicano del canadiense First
Majestic Silver, para extraer plata del subsuelo de Wirikuta. El proyecto se
extiende en casi 6 000 hectáreas de las cuales el 70% pertenece a esta reserva
de 140 000 hectáreas, clasificada como "sitio natural sagrado" por la
Unesco. La empresa espera las autorizaciones para lanzar la
explotación prevista para fines del 2012, mientras que otra compañía
canadiense, West Timins Mining, acaba de conseguir dos concesiones para minas
de oro en la misma zona ceremonial. Cada dos años, los 40 000 huicholes, que viven en
tres estados del noroeste (Jalisco, Nayarit y Durango), van en peregrinaje
hasta el Cerro Quemado. "Aquí es donde comen Peyote, un cactus alucinógeno
consumido para "ver la luz"" explica Johanes Neurath,
especialista de esta etnia en el instituto nacional de antropología y de
historia (INAH). Wirikuta también fue clasificada "zona natural
protegida" en 1994 por el Estado de San Luis Potosi. "La más grande
variedad de cactus en el mundo, y decenas de animales en vía de extinción entre
los cuales el águila real, el puma y el venado de cola blanca, están en peligro"
se preocupa Miriam Deloya, bióloga en la universidad del Estado de Morelos
(UAEM).Los Indígenas denuncian los riesgos de
contaminación de los suelos y el enorme consumo de agua que provocarían las
minas. Un estudio de la universidad de Guadalajara mostró la presencia de
metales pesados que vienen de las antiguas actividades mineras sobre las plumas
de un águila real, sobre el peyote y hasta en los cabellos de los habitantes. Desde el final del siglo XVII hasta principios del
siglo XX, la plata había provocado la prosperidad de la región, antes de que
cerraran las minas, transformando la zona de Real de Catorce en un pueblo
fantasma. "Pero jamás une explotación había sido proyectada tan cerca de
los santuarios" constata Carlos Chavez, presidente de la Asociación de
ayuda a los grupos indígenas de Jalisco (Ajagi).Para proteger esos lugares, los Huicholes crearon
el Frente en Defensa de Wirikuta en septiembre 2010. Cinco meses después,
redactaban una queja al ministerio encargado de la protección del medioambiente
(Profepa). Esta carta se quedó como carta muerta. En frente, Juan Carlos Gonzales, representante del
consorcio mexicano de First Majestic Silver, minimiza estos miedos:
"Ningún daño se hará a la naturaleza de estos lugares de culto. Gracias a
las tecnologías modernas, el agua se recicla al 100% sin residuos contaminantes
en el subsuelo. Sin contar que la explotación va a crear 750 empleos directos y
1500 indirectos”.Esto no tranquiliza a Ramón Moreno Torres,
dirigente de una comunidad huichol de Jalisco: "No cederemos en materia de
la protección de nuestra madre tierra". En cada manifestación organizada
por los Indígenas en las ciudades mexicanas, este manifiesta con su hijo de 8
años "Tiene que aprender a defender el futuro de su pueblo".
Publicado el 30 de diciembre en la edición impresa de Le Monde, París Francia
por Frédéric Saliba
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Traducción: La Farfalla
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