viernes, 30 de diciembre de 2011

En México, los Indígenas Huicholes no quieren las minas de oro y de plata


Las concesiones acordadas a empresas canadienses se derraman sobre un “sitio natural sagrado” de la Unesco. Valles y montañas se ofrecen al infinito desde el Cerro Quemado hasta el corazón de una reserva natural de Wirikuta en el Estado de San Luis Potosí en el norte de México. Con sus círculos concéntricos de piedras en su pequeño altar lleno de ofrendas, la cima de esta colina es el santuario más importante de los Indígenas Huicholes. Sin embargo dos compañías canadienses se alistan para explotar cerca de ahí oro y plata, amenazando el lugar místico que tiene además una biodiversidad excepcional. "El estado debe anular esas concesiones mineras" milita Ricardo Muñoz Villa con su ancho sombrero adornado de pompones y de plumas. Este jefe de una comunidad huichol del Estado de Jalisco (noroeste) dice estar "preocupado por la inercia del gobierno", que quedó sordo ante el llamado de centenas de indígenas y de ecologistas que marcharon en el Distrito Federal a finales de octubre. Sin embargo sus reivindicaciones fueron escuchadas por más de 150 escritores y artistas extranjeros entre los cuales el Premio Nobel Jean Marie Le Clezio y Orhan Pamuk quienes escribieron el 1ero de diciembre una petición al presidente Felipe Calderón para evitar la destrucción de este santuario. Dos semanas más tarde una venta de obras de los pintores mexicanos Francisco Toledo y Raul Anguiano fue organizada para financiar el proyecto de ecosistema de Wirikuta."El presidente no cumplió con su palabra" continua Ricardo Muños Villa. El 28 de abril 2008, Felipe Calderón y cinco gobernadores habían firmado el pacto de Huauxa Manaka, asegurando a los Huicholes la preservación de los lugares sagrados, de las rutas de peregrinaje et de sus recursos naturales. México es signatario del acuerdo 169 de la Organización Internacional del trabajo que provee que los pueblos indígenas sean consultados para todo proyecto planeado sobre sus tierras ancestrales.Pero en 2009, el gobierno mexicano acordó 35 concesiones a Mineral Real Bonanza, consorcio mexicano del canadiense First Majestic Silver, para extraer plata del subsuelo de Wirikuta. El proyecto se extiende en casi 6 000 hectáreas de las cuales el 70% pertenece a esta reserva de 140 000 hectáreas, clasificada como "sitio natural sagrado" por la Unesco. La empresa espera las autorizaciones para lanzar la explotación prevista para fines del 2012, mientras que otra compañía canadiense, West Timins Mining, acaba de conseguir dos concesiones para minas de oro en la misma zona ceremonial. Cada dos años, los 40 000 huicholes, que viven en tres estados del noroeste (Jalisco, Nayarit y Durango), van en peregrinaje hasta el Cerro Quemado. "Aquí es donde comen Peyote, un cactus alucinógeno consumido para "ver la luz"" explica Johanes Neurath, especialista de esta etnia en el instituto nacional de antropología y de historia (INAH). Wirikuta también fue clasificada "zona natural protegida" en 1994 por el Estado de San Luis Potosi. "La más grande variedad de cactus en el mundo, y decenas de animales en vía de extinción entre los cuales el águila real, el puma y el venado de cola blanca, están en peligro" se preocupa Miriam Deloya, bióloga en la universidad del Estado de Morelos (UAEM).Los Indígenas denuncian los riesgos de contaminación de los suelos y el enorme consumo de agua que provocarían las minas. Un estudio de la universidad de Guadalajara mostró la presencia de metales pesados que vienen de las antiguas actividades mineras sobre las plumas de un águila real, sobre el peyote y hasta en los cabellos de los habitantes. Desde el final del siglo XVII hasta principios del siglo XX, la plata había provocado la prosperidad de la región, antes de que cerraran las minas, transformando la zona de Real de Catorce en un pueblo fantasma. "Pero jamás une explotación había sido proyectada tan cerca de los santuarios" constata Carlos Chavez, presidente de la Asociación de ayuda a los grupos indígenas de Jalisco (Ajagi).Para proteger esos lugares, los Huicholes crearon el Frente en Defensa de Wirikuta en septiembre 2010. Cinco meses después, redactaban una queja al ministerio encargado de la protección del medioambiente (Profepa). Esta carta se quedó como carta muerta. En frente, Juan Carlos Gonzales, representante del consorcio mexicano de First Majestic Silver, minimiza estos miedos: "Ningún daño se hará a la naturaleza de estos lugares de culto. Gracias a las tecnologías modernas, el agua se recicla al 100% sin residuos contaminantes en el subsuelo. Sin contar que la explotación va a crear 750 empleos directos y 1500 indirectos”.Esto no tranquiliza a Ramón Moreno Torres, dirigente de una comunidad huichol de Jalisco: "No cederemos en materia de la protección de nuestra madre tierra". En cada manifestación organizada por los Indígenas en las ciudades mexicanas, este manifiesta con su hijo de 8 años "Tiene que aprender a defender el futuro de su pueblo".


Publicado el 30 de diciembre en la edición impresa de Le Monde, París Francia
por Frédéric Saliba
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Traducción: La Farfalla

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