Kwira, ¿piri rimuri rokó?...
Yo soñé muy bonito, con muchos venados y coconitos en el monte...
Cuenta la historia
Nijé ko beté je’ná mulípi Choléachi, a’li ko ne rewé Cirila, pé okwa ne ra’íchama ola namúti kiti mápu nerú jena’í… chabé mápu taa ne ké’ kéni usú ábela semáti nawésali tamí ruyéli anayáwali ra’ichaala, siné rawé jé aní chabé ki’yá wikabé bamí ábela ruyéra ru képu usúala kiti, a’li échi ko képu usúala cho ruyéli chabé ki’yáwala.
Cuando nosotros,
el Pueblo Rarámuri, vivíamos en los llanos y desiertos y subíamos hasta las
cumbres más altas de la sierra a cuidarnos del calor de allá abajo, entonces nuestros
médicos, los owirúame, les platicaron a nuestros antepasados que llegarían a
las tierras de los llanos hombres con barba, y les dijeron que debían irse muy,
muy lejos de allí. El encuentro con esos barbados no iba a ser grato.
A ustedes ¿les han contado también sobre esto sus abuelas
o abuelos?... Pregunten, a ver qué dicen ellos.
Muchos hombres y
mujeres hicieron caso, agarraron sus herramientas de trabajo, la cobija, su
familia y dejaron los llanos y fueron subiendo a las montañas de la sierra. Otros más no creyeron en las palabras de
los sabios médicos. Algunos owirúame, al ver que llegaban los barbados, decidieron
quedarse allá en las tierras bajas.
Con el tiempo los
owirúame se convencieron de que su presencia no iba evitar el contacto y decidieron
guardar el conocimiento. Se metieron en los pocos cerros que hay en el desierto
y se guardaron allí adentro para conservar la sabiduría más antigua de nuestro
pueblo rarámuri.
Al ver Onorúame-Iyerúame
el gran esfuerzo quehacían aquéllos viejos owirúame por conservar la sabiduría,
la costumbre, el idioma, todo el conocimiento rarámuri, entonces, quien es
Padre-Madre decidió convertirlos en jíkuri. Ahora viven allá y desde ese lugar
nos cuidan. También vienen hasta acá, pues nuestros sipaame bajan a invitar a jíkuri
hasta aquél cerro owirúame para traerlos a su fiesta de la raspa, para que nos
mantengan sin enfermedad, para que nos protejan. Su papá, mamá o abuelos ¿Conocerán
ese Cerro Owirúame del que me hablaba mi abuela?
Jíkuri siempre
llega a seguir trabajando para que estemos sanos, contentos, con mucha alegría
y no enfermemos. Los sipaame –los médicos del jíkuri– han sido, desde muchos años
atrás, quienes platican con jíkuri y nos ayudan a estar contentos, a
mantenernos sin enfermedad, a prevenir enfermedades en el monte, los animales,
los aguajes y todo lugar por donde caminamos los rarámuri. Sipaame y jíkuri
trabajan juntos para ayudarnos a estar fuertes y contentos, previenen para que
todo esté alegre: el monte, el bosque y sus animales, los ojitos de agua, las tierras
de siembra, los arroyitos y ríos...
Mi abuela me decía que antes de ir a las tierras de los
llanos, acá en Choréachi, nuestros Sipaame y ayudantes se juntan, platican y se
ponen de acuerdo para ir a visitar al Cerro Owiruame, al jíkuri, e invitarlo
para que venga hasta acá, donde nosotros vivimos...
Cuando el grupo
de sipaame y ayudantes se van a invitar a jíkuri, otro sipaame y autoridades
quedan aquí, para trabajar en lo que hay necesidad de hacer mientras llega
jíkuri de allá donde vive. Como yo era muy chiquita cuando mi abuela me contaba
esto,
también olvide preguntarle si se hace algún trabajo a
medio camino, o si antes de llegar al Cerro Owirúame empieza la fiesta.
El grupo que acompaña al sipaame, al llegar allá abajo,
primero avisa a la gente que ahora vive a las faldas del Cerro Owirúame. Mientras hay un
grupo de sipaame y ayudantes que bajan a hacer raspa allá en el ejido, otro
sipaame y autoridades quedan aquí, para trabajar en lo que hay necesidad de
hacer mientras llega jíkuri de aquel lugar que nosotros conocemos, cerca de
Camargo.
Pregunten ustedes a sus mayores, como quiera han ido
ustedes a una fiesta de raspa y no han sabido a qué fiesta tan importante fueron.
Allá abajo, la gente que vive cerca del Cerro Owirúame
cuenta que los abuelos de ellos vieron bajar a nuestros abuelos a visitar y
hacer fiesta en el Cerro Owirúame, así reciben a nuestra gente muy bien, dicen
que nosotros sí respetamos.
Sipaame y
ayudantes duermen a los pies del Señor de los Cerros, descansan tantito y se
preparan para subir a darle sus respetos al jíkuri muy tempranito. Amaneciendo,
comienzan a subir, todos con su cabeza tapada porque jíkuri es muy fuerte y
puede enfermarlos si no se hace con todo respeto la visita.
Fuente:
Kawí jíkuli kawíwala
Del texto: Alianza Sierra Madre, Asociación Civil /Kiriaki Orpinel E.
Traducción e interpretación cultural: Makawi, Martín Chávez Ramírez
2009.
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