domingo, 13 de noviembre de 2011

Los tres sombreros (tercera parte)




Como ya se siente lejos de la región de donde se robó el tepu, el muchacho se sienta a ratos en el bosque y se pone a tocar. Luego lo vuelve a envolver y sigue caminando. 
Las hojas de un árbol se agitan aunque no hay viento. Los otros árboles están tranquilos pero ese se mueve sospechosamente. El muchacho se acerca para ver qué o quién lo está sacudiendo de esa manera, y se da cuenta que lo que cae al suelo no son hojas sino monedas, y corre lo más rápido que puede para ver si puede recoger algunas. Entonces ve al hombre que sacude con fuerza el árbol y luego en un canasto guarda el tesoro. Cuando ve al muchacho el hombre lo saluda: 
-Buen día compañero, que bueno que ha llegado.
-Buen día, me ha llamado la atención como se sacude este árbol estando los otros tan serenos y vine a ver... que tira dinero.
-Je je je, efectivamente compañero, éste es el famoso árbol que da dinero. Ahora puede usted ser el guardián del árbol y cosechar sus metálicos frutos. Solo que hay una condición. ¿Qué? ¿Le interesa?
-Pues sí, claro.
-Que bueno jovencito, se ve que usted tiene buena estrella para los negocios. Mire, vaya y consiga tres sombreros y yo aquí lo espero para hacer el trato.
-Sale, no me tardo, no se lo de a nadie más.
Y con toda rapidez camina, cruza arroyos, consigue los sombreros, regresa, los entrega.
-¿Qué tengo que hacer?



-Muy sencillo, tocas en el tronco, como si fuera una puerta, cinco golpes, y luego sacudes para que caigan las monedas, cuando se te acabe el dinero puedes volver. No le cuentes a nadie. Tienes que esperar un par de horas.
-Está bien, muchas gracias.
-Suerte.
El diablo Justiman se va cargando su canasto con un mecapal. 
El muchacho emocionadísimo por haber encontrado ahora sí algo bueno, se pone a tocar. El burro rebuzna allá a lo lejos.
Al rato se levanta, respira, toca con todo respeto en el tronco y se pone a sacudir. Le cuesta trabajo moverlo, pero al fin cae una moneda. Eso lo entusiasma. Sacude con más fuerza, al rato cae otra. Se pregunta porqué al hombre aquél le llovían de a montón. Se pone a observar el tronco, las ramas, vuelve a tocar, le habla al árbol pidiéndole sus frutos...y entonces ve algo, se trepa por las ramas, y ve como hay una moneda pegada con resina. Y puede ver también como tambien estaban pegadas muchas otras. Entonces empieza a sospechar que ha vuelto a caer. Agarra la única moneda que queda en el árbol. Se baja. 
Sobre las nubes grises del oriente destaca una, en forma de corazón, encendida por el último rayo del sol de esa tarde. El muchacho encuentra un buen lugar y se pone a tocar el tepu y a olvidar.

Continuará....
Una más y ya.



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