por Magdalena Gómez
23 de octubre del 2012
Periódico La Jornada
Resulta
significativo que en Chihuahua se esté abriendo paso la defensa de territorios
indígenas por la vía agraria y que se cuente con resoluciones favorables donde
se está incorporando el derecho indígena; incluso la Corte recientemente falló
en su favor en un caso. Esta tendencia también se observó en el caso La
Parota, donde los comuneros han logrado la nulidad de las asambleas que
supuestamente habían autorizado la construcción de la presa. Ello indica que,
pese a todo, en esta jurisdicción existe mayor sensibilidad hacia los pueblos
indígenas.
Los pasados 12 y 13 de octubre se celebró en Chihuahua el
tercer foro sobre esta problemática, con la participación de las comunidades
indígenas rarámuri y ódami de Huetosachi, Bakajípare y Mogótavo, del municipio
de Urique, Repechique, del municipio de Bocoyna; Wawachérare y Bakéachi, del
municipio de Carichí; Mala Noche, Choréachi y Coloradas de la Virgen, del
municipio de Guadalupe y Calvo, y Río Verde, del municipio de Guachochi. Se
reunieron para compartir y evaluar las experiencias y el acompañamiento
jurídico de organizaciones como Alianza Sierra Madre, Bowerasa AC, Consultoría
Técnica Comunitaria AC, Tierra Nativa AC. También asistió el Consejo Regional
en Defensa del Territorio Sagrado de Wirikuta para relatar su experiencia y
obtener solidaridad.
Ubicaron sus causas con respaldo de los artículos primero y
segundo constitucionales, así como los tratados internacionales en materia de
derechos humanos de los pueblos indígenas reconocidos y ratificados por el Estado
mexicano. Con base en ello insistieron en demandar el reconocimiento legal de
sus territorios, que se agilicen los procesos en los tribunales y que las
sentencias se ejecuten efectivamente, que les consulten sobre los proyectos
estatales o de trasnacionales y el cese del hostigamiento y amenazas a los
integrantes de los pueblos y organizaciones que promueven la defensa de sus
territorios indígenas. Por otra parte compartieron sus estrategias de
organización relatando cómo realizan censos y registro de actas de nacimiento para
demostrar que vivimos allí en nuestros ranchos. También denunciaron cómo en uno
de los juicios un juez ordenó que acudiera toda la comunidad de Mala Noche a la
ciudad de Chihuahua para responder un cuestionario que ofreció como prueba la
defensa de quienes les disputan la tierra, situación que les resultó imposible,
pues el larguísimo trayecto les cuesta 300 pesos por persona sólo de pasaje.
Con gran insensibilidad el juez les consideró confesos de dicha prueba en favor
de los chabochis (mestizos).
No se les ocurrió que fuera el juzgado quien enviara a la
comunidad personal que desahogara dicha diligencia. Así que, pese a la
sensibilidad que señalábamos arriba, aún falta mucho para lograr condiciones
justas de acceso a la justicia. Las y los participantes reivindicaron sus
logros, la mayoría síriames (gobernadores tradicionales, incluso dos
gobernadoras, hecho insólito que muestra el avance en la participación de la
mujer indígena). Así quedaron señalados éxitos en casos como Huitosachi, donde
la Suprema Corte de Justicia de la Nación concedió el amparo a la comunidad y
ordenó a los tres niveles de gobierno que formen el Consejo Consultivo Regional
del Fideicomiso Barrancas del Cobre, en el que deben participar las comunidades
indígenas de la zona de influencia del proyecto. Asimismo, lograron la
suspensión de los permisos de aprovechamiento forestal en Coloradas de la
Virgen, Choréachi y en Mala Noche.
Estas experiencias
forman parte de las que se están desarrollando en todo el país. Con la ley en
la mano, los pueblos indígenas demandan que se apliquen sus derechos, pero
acompañados de la indispensable organización. En el caso del norte, su
ubicación geográfica les ha impedido mayor fluidez en la relación con otros
procesos; por ello fue importante la presencia de los wirrárikas, pues desde
los tiempos en que El Ronco Robles (†) los acercó al zapatismo y al
Congreso Nacional Indígena, se ha suspendido ese contacto tan necesario. Los
rarámuris y los odamis son de pocas palabras, además de que entre ellos hay un
marcado monolingüismo, que les demanda traducción en estas reuniones; ellos
abordan directamente su problema y muy lejos están de asumir un discurso de
victimización, pese a que sus condiciones de vida son duras. Dan prioridad al
territorio porque de ello depende su existencia como pueblos. En esa entidad
recientemente aprobaron una reforma constitucional sobre pueblos indígenas que,
pese a tener elementos positivos, no logra romper con la camisa de fuerza
impuesta con la contrarreforma al artículo 27 constitucional. Incluye la frase
hueca que tienen otras leyes estatales respecto de que el acceso a uso y
disfrute de recursos naturales se hará respetando el 27. ¿Ya sería hora de que
lo impugnaran, como los pueblos, en lugar de nadar de muertito?
LA PRESA EN “LAS TRES CRUCES”, NAYARIT.
ResponderBorrarLOS INVOLUCRADOS, LOS INTERESADOS, LOS AFECTADOS. ¿Habrá capacidad para entenderse?
http://rivieranayaritone.blogspot.mx/2012/10/la-presa-en-las-tres-cruces-nayarit.html